jueves, 1 de agosto de 2013

Un estudio descarta la desaparición de Tartessos por un tsunami


Foto: Recreación de la mítica Atlántida mostrada en el documental 'Finding Atlantis' / National Geographic Channel
Investigadores españoles descartan que el enigmático pueblo de Tartessos, desaparecido de manera abrupta hace 2.500 años, fuera barrido por una ola gigante.
Fuente: Manuel Ansede | Materia.com, 13 de julio de 2013
Artículo de referencia: "Modeling tides and tsunami propagation in the former Gulf of Tartessos, as a tool for Archaeological Science". Por José-María Abrila, Raúl Periáñeza (Departamento de Física Aplicada I, ETSIA, Universidad de Sevilla) y José-Luis Escacena (Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Sevilla) Aquí.
Foto: Escultura de hace 2.600 años representando posiblemente a un rey tartesio / Manuel Camacho
Si hay que tomarse la Biblia como un libro de historia creíble en algunos pasajes, hace unos tres milenios la flota del rey Salomón llegaba cada tres años a Israel cargada de oro procedente de la recóndita Tarsis. “Porque el rey tenía en el mar las naves de Tarsis junto con las naves de Hiram [rey de la ciudad fenicia de Tiro], y cada tres años las naves de Tarsis le traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales”, asegura el Antiguo Testamento.
Durante siglos, aquella Tarsis preñada de oro, identificada con la Tartessos mencionada en los textos clásicos griegos, parecía una leyenda. Algunos incluso han visto en ella la mítica Atlántida, una rica civilización que aparentemente sólo existió en la cabeza del filósofo griego Platón. “Había una isla delante de la desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles”, dejó escrito el maestro de Aristóteles.
A partir de las indicaciones geográficas de Platón, en el último siglo muchos investigadores han buscado la supuesta Atlántida en el suroeste de España, más allá de las columnas de Heracles, como se llamaba al estrecho de Gibraltar. Pero ninguno la ha encontrado.
Sin embargo, en 2009, una polémica expedición dirigida por el arqueólogo estadounidense Richard Freund, apadrinado por la National Geographic Society, peinó las marismas del río Guadalquivir en busca de la supuesta Atlántida-Tartessos. El documental resultante, Finding Atlantis (Encontrando la Atlántida, 2011), acabó de fijar en la cultura popular que la Atlántida y Tartessos fueron la misma civilización, que habría acabado sus días barrida por un tsunami hace unos 2.500 años.
Tiro al pichón
Pero “esa hipótesis no es realista”, según advierte el físico José María Abril. Este catedrático de la Universidad de Sevilla acaba de reproducir con un programa informático cómo eran las marismas del Guadalquivir hace 2.500 años y cuáles habrían sido los efectos sobre la costa de un tsunami tan catastrófico como el que arrasó Lisboa en 1755. Aquel seísmo liberó una energía de 835 kilotones, unas 50 veces superior a la energía liberada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.
“El golfo de Tartessos, hoy las marismas del Guadalquivir, tenía aguas poco profundas y su entrada estaba parcialmente cerrada por una barrera litoral. Nuestra simulación muestra que el tsunami rompería en la entrada del golfo, no llegaría a penetrar en la costa”, explica Abril.
Foto: El 'Bronce Carriazo', una de las piezas tartesias más conocidas / José Luiz Bernardes Ribeiro
Tartessos fue un pueblo que supuestamente dominó, hace entre 3.000 y 2.500 años, el suroeste de la península Ibérica, hoy ocupado por las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Su mayor fuente de riqueza habría sido el comercio del oro y la plata de sus minas. Durante siglos, fue una civilización de la que sólo existían referencias literarias. Hasta 1958, cuando unos obreros que estaban ampliando las instalaciones de la Real Sociedad de Tiro al Pichón de Sevilla se toparon bajo la tierra con brazaletes, un collar y otras piezas de oro macizo.
En busca de la capital
Aquellas joyas, conocidas como el Tesoro del Carambolo, hoy son atribuidas a los fenicios, pero en su momento resucitaron la búsqueda de la desaparecida capital de Tartessos, una civilización que se esfumó hace unos 2.500 años, coincidiendo con el comienzo de la supremacía de Cartago en el Mediterráneo occidental y con la pérdida de uno de sus principales mercados, la metrópoli fenicia de Tiro, sometida por los babilonios.
El estudio de Abril ha revisado los efectos de un hipotético tsunami en ocho de las localizaciones propuestas por los historiadores como posible sede de la capital perdida de Tartessos. Sólo dos de ellas, el Cerro del Trigo, un lugar propuesto en 1924 dentro del Parque Nacional de Doñana, y La Algaida, cerca de San Lúcar de Barrameda (Cádiz), “podrían haber sufrido un daño entre moderado y grave, pero difícilmente habría sido suficiente como para justificar el colapso de los Tartessos”, afirma el estudio.
El modelo informático, validado con otros tsunamis históricos y bien documentados, sí que dibuja daños potencialmente catastróficos en otras costas alejadas del golfo de Tartessos. “Una ola de 9,3 metros alcanzaría Cádiz 70 minutos después del terremoto que originaría el tsunami”, advierte el estudio. “En Huelva, una primera ola de cuatro metros llegaría dos minutos después que en Cádiz, pero sus réplicas serían más potentes, con una tercera ola de unos tres metros llegando 80 minutos después”, alertan los autores.
Mentiras
El trabajo, publicado en el Journal of Archaeological Science, cuenta también con la firma del prehistoriador José Luis Escacena, experto en el mundo de los tartesios.
En cuanto a la Atlántida que el documental de National Geographic sugería haber encontrado bajo las marismas del Guadalquivir, era todo mentira, según explicó en su momento el investigadorSebastián Celestino, del Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC). Celestino buscó en 2009 restos arqueológicos en el subsuelo de la marisma de Hinojos, el punto del Parque Nacional de Doñana en el que el arqueólogo estadounidense Richard Freund rastreó la Atlántida tras detectar supuestos restos de templos mediante fotos de satélite.
A juicio de Celestino, según denunció en una entrevista en Esradio, los autores del documental de National Geographic tenían “una intención fundamentalmente económica”, porque “debajo de las marismas, a 12 metros de profundidad, no hay absolutamente nada”.

martes, 30 de julio de 2013

La curiosa historia del misterioso ‘kykeón’ en Eleúsis


Durante casi dos mil años (1500 a.C. a 492 d.C.), un pequeño templo junto al mar, en la ciudad griega de Eleúsis (hoy, Eléfsina) fue el centro espiritual más importante de la civilización occidental. Por él pasaron, al menos una vez en su vida, miles de ciudadanos de toda condición y procedencia decididos a expandir su conciencia por medio de un ritual iniciático conocido como los Misterios de Eleúsis. La naturaleza de estos ritos permaneció oculta para los no iniciados, bajo pena de muerte, durante miles de años, hasta prácticamente finales del siglo XX. Gracias, sobre todo, a la investigación de un científico excepcional, el doctor Albert Hoffman,  hoy tenemos una idea muy verosímil de cuál fue la naturaleza de esas prácticas.
Fuente: A.P. Schroedel | 20minutos.es, 28 de junio de 2013
El templo estaba dedicado a las diosas Démeter y Perséfone (madre e hija). Celebraba la vuelta de la segunda a la Tierra tras pasar parte del año en el Hades (el inframundo) y el reencuentro con su madre, diosa del grano. Sus dos máximos sacerdotes (los hierofantes)  pertenecieron durante toda su historia a las mismas dos familias, que pasaban de padre a hijo su autoridad.
El acceso a los misterios era bastante democrático. Costaba el equivalente a un mes de trabajo de un artesano medio y cualquier hombre o mujer que no tuviera delitos de sangre y hablara griego podía asistir. El número de aspirantes aumentó con el tiempo, hasta llegar a millares cada año.

Los peregrinos pasaban entre uno y tres días en las afueras del templo, ayunando y 'limpiándose' física y espiritualmente, antes de que se abrieran las puertas. Entraban luego, en grupos de alrededor de 300, en una gran sala y, a partir de ahí, comenzaban diez días de ceremonias y revelación de misterios sobre los que los ya iniciados tenían prohibido hablar jamás bajo pena de muerte.
El momento decisivo de todo el ritual era la toma del kykeón, un bebedizo elaborado con menta y harina de centeno, un centeno que se cultivaba en campos propios, cercanos al templo, de los que se han hallado restos arqueológicos.


El cornezuelo del centeno es un hongo rojizo que parasita esta y muchas otras gramíneas. Todo lo relacionado con él era misterioso hasta que el doctor Albert Hofmann descubrió su estructura química, que desembocó, casualmente, en el descubrimiento del LSD. Desde entonces se sabe que el cornezuelo contiene una importante mezcla de alcaloides: la ergonovina y la diamida del ácido lisérgico son muy visionarios y de escasa toxicidad; la ergotamina y la ergotoxina son más peligrosos.
En 1993, tras cincuenta años estudiando las características y los efectos del LSD, Hoffman, junto a Robert Wasson y Carl Ruck, desarrolló la hipótesis de que el brebaje que durante veinte siglos habían ingerido los iniciados eleusinos, el kykeón, no era otra cosa que un preparado con las propiedades psicodélicas  de los alcaloides del cornezuelo del centeno, similar al LSD. Dichas propiedades son consideradas, desde entonces, enteogénicas, o sea, que provocan estados alterados de conciencia y ponen al consumidor en contacto con 'el dios interior'.

 

La tesis de estos tres importantes especialistas (un químico, un helenista y un etnobotánico) es que el centeno con el que se preparaba la harina que formaba la base del kykeón estaba, con casi total seguridad, parasitado por el hongo, que, como se ha visto, contiene varios alcaloides psicotrópicos, como el LSA (amida del ácido lisérgico), un precursor del LSD (dietilamida del ácido lisérgico). No es una hipótesis descabellada ni extraña. La Historia recoge bastantes casos de poblaciones que 'enfermaron' por el consumo de esta harina (de color tostado) en épocas en las que, debido a la hambruna, no era posible desecharla por ser de 'peor' calidad. Es muy posible que los peregrinos-iniciantes, fueran 'elevados' por este bebedizo a estados mentales revelatorios con ramificaciones espirituales e intelectuales.
Grandes pensadores, filósofos, escritores, científicos o políticos de la antigüedad pagana griega o romana pasaron por Eléusis: Platón, Aristóteles, Pausanias, Píndaro, Esquilo, Sófocles, Plotino, Cicerón, Adriano o Marco Aurelio son algunos de ellos, y seguramente hubo muchos más. Todo acabó en 492, cuando el emperador Teodosio prohibió la celebración de los Misterios para consolidar el cristianismo en Occidente.
A. Hoffman (1906-2008), el sintetizador
Nació en Baden (Suiza) y estudió Química "para llegar a conocer la esencia de la realidad". En los laboratorios Sandoz, investigando los alcaloides del cornezuelo del centeno, descubrió el LSD  (1943), lo que lo haría mundialmente famoso. Escribió, con Wasson y Ruck, El camino a Eleusis: Una solución al enigma de los Misterios (1993).

martes, 11 de junio de 2013

Hallan el jardín secreto de Adriano y cinco edificios en su villa de Tívoli

Fuente: Il Messaggero.it | Laura Larcan | 5 de junio de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)
La "gran belleza" de Adriano estaba escondida en un jardín secreto. El área más escénica y desconocida de su villa en Tívoli, que se yergue sobre una cresta de toba, está detrás de la famosa Piazza d'Oro. Es aquí donde han surgido, en una secuencia estratégica, cinco edificios monumentales de una rara elegancia arquitectónica, decorados con estatuas colosales, y proyectados por Adriano para ofrecer recorridos privilegiados y crear fondos paisajísticos de carácter idílico.
Son la memoria 'inédita' de Adriano, la cual emerge ahora en una parte de su villa completamente olvidada y considerada durante siglos de poco interés, hasta el punto de ser excluida de los recorridos de visita en los años 60 del pasado siglo para acoger un camping.

El descubrimiento, fruto de una larga y compleja campaña de excavaciones llevadas a cabo por la Universidad La Sapienza, bajo la responsabilidad científica de Patrizio Pensabene (izquierda), en estrecha colaboración con la Superintendencia del Patrimonio Cultural del Lazio y la directora de Villa Adriana, Benedetta Adembri, fue presentado en el Congreso Internacional sobre la Antigüedad Clásica celebrado recientemente en Mérida, España.
"Lo que se ha descubierto es sólo la punta del iceberg, ya que estas estructuras no se han documentado antes, ni incluso por los estudiosos antiguos como Piranesi", dice el director de la excavación Adalberto Ottati (derecha), investigador de La Sapienza y del Instituto Catalán de Arqueología Clásica.
El único monumento visible era el llamado mausoleo de época republicana, un edificio circular que ha sido completamente reinterpretado, datándose, como los otros, en la época de Adriano (en el 123 d.C. por las marcas de los ladrillos). "Es un lugar único, sin comparación con las estructuras conservadas. Seguramente era un pabellón-museo que lucía todo su esplendor en el interior y no en el exterior. En la rica decoración arquitectónica, de la cual hemos encontrado fragmentos de monumentales, destaca una columnata dórica, una elección estilística no casual, sino significativa en su referencia a la Grecia de los orígenes. Además debía contener también estatuas y obras de arte, como una especie de lugar de contemplación de lo bello", dijo Ottati.

TEMPLOS Y COLOSOS
Las investigaciones del pabellón de Adriano (dirigidas por Patrizio Fileri, Francesca Stazzi, Luigi Tortella, Elisa Iori, Elisa Mancini y Vito Mazzurca) revelaron una inusual secuencia de edificios: un templete rectangular, seguido de un segundo pabellón circular combinado con otro templete rectangular. Este último, coronado por un gran edificio porticado. Un complejo escenográfico de remarcada sugestión: "La disposición de los edificios crea un juego de fondos y puntos de vista entre la naturaleza y la arquitectura que dan testimonio de querer recrear los paisajes que se encuentran en las pinturas de Pompeya", subraya Ottati. "Una comparación interesante está propiamente entre las pinturas del segundo y tercer estilo, y, en especial, en las vistas de paisajes idílicos-sagrados de la tradición tardo-helenística".
 
Pero eso no es todo. Cerca del segundo pabellón se encontraron cientos de fragmentos de mármol de una estatua colosal que hoy, después de un trabajo de restauración cuidadoso y minucioso, ha recuperado su identidad.
"Se parece a una Nemesis, y por su carácter colosal puede ser también una estatua-retrato de una emperatriz", dice Ottati. Tal vez la misma Vibia Sabina, esposa de Adriano. Pero las hipótesis siguen abiertas. Las excavaciones se reanudarán en septiembre.

La química del fuego griego, el secreto militar mejor guardado de la historia

El mortífero fuego valyrio de la serie Juego de Tronos está inspirado en un arma incendiaria real que salvó Constantinopla de la expansión islámica. La lista de ingredientes de este invento bizantino, cuyas llamas devoraban las flotas enemigas con rapidez, no ha llegado hasta nuestros días, pero se sabe que apagarlo era toda una hazaña porque ardía en contacto con el agua. Químicos e historiadores tratan de reescribir su fórmula perdida.
Fuente: Sergio Ferrer | SINC, 7 de junio de 2013
Imagine que es usted un invasor árabe que se dirige a conquistar Constantinopla con nada menos que 1.200 barcos. La victoria es segura pero, de repente, la flota empieza a arder, y los intentos de apagar los barcos con agua no solo no sirven de nada, sino que avivan el fuego. Imagine la cara que pondría. Es la misma que debieron poner los árabes al enfrentarse al fuego griego por primera vez.
El fuego marino, fuego romano –como lo llamaron los árabes– o fuego griego –como lo bautizaron los cruzados– fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII, capaz de arder sobre el agua o incluso en contacto con ella, y extremadamente difícil de apagar.
“El fuego griego fue una sorpresa táctica decisiva en los dos grandes asedios árabes de Constantinopla de 674-678 y 717-718”, explica a SINC José Soto, experto en historia medieval e investigador del Centro de Estudios Bizantinos, Neogriegos y Chipriotas de Granada.
“Estos dos asedios, donde el fuego griego fue esencial, determinaron la historia universal. De haber triunfado los árabes, la Europa tribal del siglo VII no habría podido resistir y sería el Islam la civilización hegemónica en nuestros días”, añade Soto.
Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición, de la que solo quedan suposiciones. “No se puede poner en duda la existencia del fuego griego, pero hay que tener en cuenta que fue el secreto militar mejor guardado de la historia”, asegura Soto. “Los técnicos que lo fabricaban no tenían contacto alguno con el mundo exterior”.
Aun así se sabe que la mezcla, que era líquida, incluía nafta –una fracción del petróleo también conocida como bencina–, azufre y probablemente amoníaco. Sin embargo, también se han propuesto otras sustancias como la cal viva o el nitrato.
“La nafta, muy inflamable y que no se mezcla con el agua, y el azufre actuarían como combustible”, explica Justo Giner, doctor en Química de la Universidad de Oviedo.
“El nitrato aportaría el oxígeno necesario para que arda el combustible, como ocurre en los fuegos artificiales y la pólvora, que contiene un 75% de nitrato de potasio y un 15% de azufre”, añade Giner.
Con un combustible que arde –nafta y azufre– y una sustancia que aporte oxígeno –nitrato–, solo faltaría una chispa que encienda el fuego. “Al entrar en contacto con el agua, la cal viva eleva su temperatura por encima de 150 ºC, por lo que actuaría como mecha encendiendo el combustible”, explica Giner.
Algunos documentos hablan de “truenos” y “mucho humo” durante los ataques con fuego griego. Según Giner, “cuando una reacción forma una gran cantidad de gases, estos se expanden generando altas presiones, por lo que se producen explosiones”.
Giner también señala que el humo que produciría un fuego como este sería tóxico. “En general los gases derivados del uso del arma –especialmente debidos al azufre y al amoníaco– formarían un cóctel muy venenoso”.
Denominación de origen siria
La invención de esta arma se atribuye a un ingeniero militar llamado Callínico, procedente de la actual Siria, que llegó a Constantinopla en los días previos al primer gran asedio árabe.
“En la antigüedad, griegos y romanos usaron líquidos inflamables parecidos, pero sin el poder del arma de Callínico”, comenta Soto. “Más tarde árabes y cruzados intentaron copiarlo y solo consiguieron compuestos de peor calidad, y sin los devastadores efectos del fuego griego”.
Según algunos investigadores, entre los que se incluye Soto, puede que Callínico utilizara los estudios –hoy perdidos– de Esteban de Alejandría, uno de los mayores alquimistas, ópticos y astrónomos de la antigüedad, que se trasladó en 616 a Constantinopla.
Los ingenieros navales bizantinos emplearon todo su ingenio a la hora de utilizar el arma, y dotaron a los barcos de dispositivos hidráulicos que, accionados por una bomba de mano, regaban con fuego la cubierta y las velas de los barcos enemigos.
Por otra parte, los marineros disponían de recipientes de cerámica relleno de fuego griego que, a modo de granadas de mano, lanzaban sobre las naves enemigas. “Con semejantes armas no es de extrañar que los árabes, pese a reunir grandes flotas, fueran derrotados”, comenta Soto.
Guía para apagar un fuego griego
Hoy en día, para apagar un incendio provocado por líquidos inflamables como la nafta, se utilizarían espumas y polvo químico pero, si usted fuera un árabe que quiere intentar la conquista de Constantinopla por segunda vez ¿Qué precauciones debería tomar?
“El fuego ardía con más fuerza al intentar apagarlo con agua”, explica Soto. “Solo podía ser apagado con orina, esteras de esparto y, esto no es seguro, con vinagre”.
“Apagarlo con agua no sería una buena idea”, aclara Giner. “Ese es el origen de muchos incendios y quemaduras, al intentar sofocar las llamas producidas por aceite con agua”, añade.
Foto: Un barco enemigo es devorado por las llamas del fuego griego. / J. A. Peñas
Para Giner, la forma más eficaz de sofocarlo sería por asfixia. “La combustión consume mucho oxígeno. Con una concentración inferior al 14% no es posible la combustión”. Este sería el papel de las esteras de esparto o de la arena, otro sistema sobre el que también se ha especulado.
En cuanto a la orina, “al contener gran cantidad de sales inorgánicas y urea, podría actuar como inhibidor de algún componente necesario para la combustión”, explica Giner. “Por otro lado el vinagre podría ‘desactivar’ la cal viva, que no alcanzaría los 150 ºC en contacto con el agua y por lo tanto no encendería el combustible”.
A pesar de ser concluyente en varias batallas navales, la cultura popular ha mitificado esta arma. “Fuera de la guerra marítima su importancia y efecto fue escaso”, asegura Soto. “Además, pasada la sorpresa inicial, los árabes –y en menor medida venecianos, písanos, normandos y demás rivales– aprendieron a contrarrestar los efectos del fuego griego”, concluye.
El arma se continuó utilizando hasta 1204, cuando probablemente se perdió para siempre durante los saqueos y destrucción que sufrió Constantinopla en la cuarta cruzada. El Imperio bizantino siguió usando un arma menos poderosa, posiblemente la imitación árabe de peor calidad.
Ocho siglos después, según asegura Soto, su fórmula podría conservarse en el interior de varios recipientes de cerámica con fuego griego, que se encontraron en un barco hundido frente a las costas de la Provenza francesa, aunque los resultados de este estudio todavía no han sido publicados. Hasta entonces, el misterio continuará.
Canción de hielo y fuego griego
La visión del fuego griego como un arma destructiva y a la vez casi mágica ha provocado que aparezca en libros, películas e incluso videojuegos. Su versión más popular quizá sea el fuego valyrio, que juega un papel importante en la serie de novelas Canción de hielo y fuego, así como en su adaptación televisiva Juego de Tronos.
En este mundo fantástico de inspiración medieval, el fuego –además de ser verde– es mucho más destructivo e inestable, casi imposible de apagar. Incluso hay un personaje famoso por bañar su espada en fuego valyrio antes de la batalla.
En El Último Catón, el bestseller de la alicantina Matilde Asensi, los protagonistas utilizan fuego griego, al igual que los personajes de Rescate en el tiempo –escrita por Michael Crichton– y su versión cinematográfica Timeline.
El fuego griego también ha hecho aparición en varios videojuegos. En Assassin’s Creed: Revelations el protagonista Ezio Auditore utiliza un cañón similar a los que utilizaron los bizantinos para incendiar un puerto de Constantinopla. Y en Age of Empires II existen unos barcos bizantinos que escupen fuego a las naves enemigas.

viernes, 7 de junio de 2013

Inauguran en los Museos Capitolinos de Roma la exposición "Arquímedes: el arte y la ciencia del inventor"


Una espectadora observa la reproducción del "Planetario" del científico griego Arquímedes en la exposición "Arquímedes: el arte y la ciencia del inventor" en los Museos Capitolinos, Roma. AFP PHOTO / ANDREAS SOLARO. By: Françoise Kadri. Art Daily.

Fuente: PHYSORG | Françoise Kadri| 31 de mayo de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)


El gran inventor de la antigüedad, Arquímedes, es la estrella de una exposición sin precedentes inaugurada en Roma, la cual incluye aplicaciones modernas de algunos de sus descubrimientos más conocidos.
"Le debemos algunas invenciones revolucionarias", dice Umberto Broccoli (izquierda), responsable del patrimonio cultural de la capital italiana, en una presentación a la prensa del evento.

"Él fue un precursor de Isaac Newton y Albert Einstein, un genio inventivo por excelencia".

"Arquímedes: Arte y Ciencia de la invención" se estrenó en los Museos Capitolinos el pasado viernes y se prolongará hasta el 12 de Enero.

"Nunca ha habido una exposición sobre Arquímedes", dijo Paolo Galluzzi (derecha), director del Museo Galileo de Florencia, uno de los organizadores, junto con el Museo de Historia de la Ciencia de Florencia y del Instituto Max-Planck de Berlín.

"Él se las arregló para combinar el razonamiento matemático y la formulación de teorías que todavía hoy, 2.300 años más tarde, se enseñan en nuestras escuelas, con soluciones concretas tal como la defensa de su ciudad natal, Siracusa, contra el asedio de los romanos", dijo.

La exposición se divide en ocho secciones acompañadas con vídeos de algunos de sus experimentos.

"Después de Roma, la exposición irá, sin duda, a Alemania y, ¿por qué no?, a China, Japón y algunos países del mundo árabe", dijo Jürgen Renn, director del Instituto Max-Planck, haciendo hincapié en la resonancia mundial de los descubrimientos del inventor.

"Él es el ejemplo de la síntesis entre la aparente complejidad de las necesidades iniciales y la asombrosa simplicidad de las soluciones", dijo.

Gracias a las colecciones arqueológicas del Museo Paolo Orsi de Siracusa, en Sicilia, la muestra ilustra el esplendor de la ciudad en el siglo III a.C., cuando era parte de la antigua Grecia.

La exposición ubica a Arquímedes en el rico contexto de la cultura mediterránea, explorando sus contactos con Alejandría, donde estudió ciencias y conoció al geógrafo y astrónomo Eratóstenes.

Durante un período de paz, que duró medio siglo, Arquímedes se convirtió en uno de los colaboradores más cercanos del rey de Siracusa, Hieron II.

Arquímedes fue un físico brillante que inventó la bomba de tornillo (derecha) que todavía en la actualidad se utiliza para regar tierras de cultivo y el arrastre de barcos a diques secos (izquierda).

También fue el inventor del reloj de agua y de la teoría de palancas que se utiliza para levantar grandes pesos.

Pero su descubrimiento más famoso, que también se muestra en la exposición, fue el método para calcular la masa que desplaza un cuerpo sumergido en el agua.

Tras ser preguntado por el rey Hieron II que verificara la cantidad de oro de su corona, Arquímedes no estaba inicialmente muy entusiasmado con ello, pero al estar tomando un baño y ver que el agua se derramaba sobre él se dio cuenta de que podía hacerlo mediante el cálculo del peso del volumen de agua desplazado.

"¡Eureka!" ("¡Lo encontré!"), se dice que exclamó, antes de correr desnudo por las calles para anunciar su famoso descubrimiento (izquierda).

En un largo asedio de Siracusa por los romanos, entre 215 y 212 a.C., Arquímedes perfeccionó el uso de catapultas y se le atribuyó la invención de los "espejos ardientes" (derecha)los cuales prendieron fuego a la flota romana al aprovechar la potencia de los rayos del sol reflejados en ellos.

La exposición también muestra que el "mito de Arquímedes" echó raíces poco después de que fuera asesinado por un soldado romano, gracias a los escritos del arquitecto Vitruvio y el historiador Plutarco.


Foto: Un visitante mira un retrato del griego científico Arquímedes en la exposición de  los Museos Capitolinos, Roma. AFP PHOTO / ANDREAS SOLARO. By: Françoise Kadri © artdaily.org

Olvidado durante siglos, el inventor fue re-descubierto en la Edad Media por la civilización islámica y luego otra vez en el Renacimiento.

Sus enseñanzas fueron la base de los descubrimientos de Galileo Galilei y Leonardo Da Vinci, un hecho que se destaca en la exposición a través de los escritos de este último y de la reproducción de un cañón del que dice que Arquímedes había inventado.

La exposición termina en una sala donde los visitantes pueden probar las máquinas basadas en los descubrimientos realizados por el genio de Siracusa, una especie de antena parabólica que proyecta el sonido, una balanza romana y una herramienta para diseñar espirales utilizados en las máquinas de coser.

Ver más fotos: aquí

 Ver vídeo aquí 

Hasta el 12 de enero de 2014
Museos Capitolinos
Piazza del Campidoglio, 1 (Haga click aquí para ver el mapa)
Tel. 060608
Horarios: del martes a domingo de 9 a 20
Entradas: 11 euros, 13 euros (reducidas y Exposición Museo)

martes, 28 de mayo de 2013

Vía romana desde Astorga hasta Braga por el Tera. De Astvrica a Veniatia.

Isaac Moreno Gallo Esta carretera romana viene recogida en el Itinerario de Antonino como de Braga a Astorga. Hoy tiene la práctica totalidad de las estaciones identificadas, así como todo su recorrido.
Fue reconocida e identificada con éxito por el ingeniero Enrique Gadea en 1874, entre Astorga y el Portillo de San Pedro de las Herrerías. Es cierto que en su momento se conservaba muy bien en grandes tramos, pero también existían otros que presentaban mucha dificultad para su identificación en una prospección necesariamente terrestre, como la que él realizó. Hoy tiene muchos de sus tramos devorados por la vegetación.
Isaac Moreno Gallo
Astorga y sus murallas. Punto de partida de varias vías romanas. entre ellas, la vía romana hacia Braga, por el río Tera.

__ Isaac Moreno Gallo
El empedrado antiguo bajo las zahorras modernas, en la vía romana a su salida de Astorga por el llamado Camino de Cuevas.

Isaac Moreno Gallo
Vista del puente Balimbre desde aguas abajo.

Isaac Moreno Gallo
Calzada de Nuestra Señora en Valderrey. A la derecha un hueco de extracción de áridos para la construcción de la vía romana.
Isaac Moreno Gallo
Terraplén fosilizado de la vía romana milagrosamente conservado en Valderrey. Se observan perfectamente las gravas en superficie.

Isaac Moreno Gallo
Sección de la vía romana en Valderrey. Se observan bien, por su cromatismo, las capas diferentes de zahorras que componen el terraplén y el firme romano.
Isaac Moreno Gallo
Tegulas romana en el lugar del yacimiento de Argentiolvm.

Isaac Moreno Gallo
La vía romana en Villamontán de Valduerna. En primer plano el lugar de Argentiolvm.
Isaac Moreno Gallo
Sección estructural de la vía romana en Castrocalbón, en el lugar de la Portilla, en el límite con Quintana y Congosto, en Herreros de Jamuz. En primer término el bordillo derecho limpio. Cimentación de gruesas piedras de cuarcita del Cámbrico-Ordovícico, presentes en la roca madre del entorno y capa de rodadura de gravas y cantos en matriz arenosa-limosa, del Pleistoceno-Holoceno, de bancos no muy lejanos al lugar.

Isaac Moreno Gallo
Detalle de la sección de la Portilla.
Isaac Moreno Gallo
Foto aérea de la vía roturada en las fincas de Castrocalbón. A la izquierda el arroyo Valdelimbre y a la derecha, el lugar de la Portilla.

Isaac Moreno Gallo
Foto aérea de la vía roturada en las fincas de Castrocalbón. Al fondo, el lugar de la Portilla.
Isaac Moreno Gallo
Excavación de la vía romana al norte de Castrocalbón, la Calzada del Obispo afectada y rota por los drenajes de las labores de concentración parcelaria. Se observa la estructura del firme. Gravas sobre terreno arcilloso.

Isaac Moreno Gallo
Terraplén de la vía romana, en el páramo de la Chana, en Castrocalbón. La laguna de la izquierda es una hoya de extracción de materiales para la formación de la vía romana.
Isaac Moreno Gallo
Tramo final del páramo de Castrocalbón con la vía ya labrada, al norte del río Ería, en el lugar de la Arquilla. Se observan restos de las gravas del firme de la calzada, en las fincas.

Isaac Moreno Gallo
Páramo de la Chana de Castrocalbón. En la ortofoto de 2008 figura el campamento rectangular de la Fuente del Robledo, el círculo de 70 metros de diámetro y otro menor de 40 metros de diámetro. Junto a estas enigmáticas figuras se observa la vía romana y varias de las canteras de extracción de los materiales.
Isaac Moreno Gallo
Foso de planta rectangular del campamento romano en el páramo de la Chana, en Castrocalbón, junto a la vía romana.

Isaac Moreno Gallo
Alineación recta de la vía romana en el páramo de la Chana en Castrocalbón. Al fondo el río Ería. En este páramo, junto a la fuente del Robledo, se encontró un miliario de Valeriano y Galieno.
Isaac Moreno Gallo
Bordillo de guijarros detectado en 2004.

Isaac Moreno Gallo
El bordillo resultó ser parte de la base de cimentación de un murete de protección, en el lado de aguas arriba, del arroyo que cruza más adelante.
Isaac Moreno Gallo
Restos de bordillo detectado en 2004 en el terraplén del páramo de la Chana.

Isaac Moreno Gallo
Terraplén seccionado en la Chana de Castrocalbón. Gruesos bolos de cuarcita en la cimentación del firme, rematados en superficie por zahorras muy arenosas. Prácticamente arenas, en este punto.
Isaac Moreno Gallo
Vista aérea del campamento reconstruido de Rosinos de Vidriales. El núcleo de la ciudad de Petavonivm.

Isaac Moreno Gallo
La vía romana labrada entre San Juanico el Nuevo y el río Tera. Arriba la autovía de las rías bajas, A-52.
Isaac Moreno Gallo
Terraplén seccionado en el cruce del arroyo del Valle en Olleros de Tera.

Isaac Moreno Gallo
Restos del muro de protección en el terraplén de Olleros de Tera. El muro está situado aguas arriba del terraplén para protegerlo de las crecidas del arroyo del Valle.
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Espectacular huella de la vía romana labrada en Villanueva de Valrrojo.

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Terraplén al sur de la carretera en Villanueva de Valrrojo, tal y como se conservaba en 2003.
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Las gravas de la vía romana labrada en las roturaciones de Ferreras de Arriba-Villanueva de Valrrojo. El mismo sitio que las fotos aéreas anteriores.

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La vía romana cruzando de este a oeste el llano de la Llagona de Villardeciervos.
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Material pétreo en la coronación del terraplén cercano al arroyo de Sobacana, en Figueruela de Arriba. Foto del año 2006.

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Detalle de los materiales del firme en la vía romana de Sobacana, en Figueruela de Arriba. Piedras de areniscas y pizarras con alguna caliza, procedentes de los sustratos naturales de la zona.
Isaac Moreno Gallo
Restos del bordillo de la vía romana en el Camino de San Julián, en Moldones. Foto del año 2003.

Isaac Moreno Gallo
Bordillo de la vía romana en el Camino de San Julián, en Moldones. Foto del año 2006.
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La vía romana, en los Lameros da Calçada en Vila Meá (Portugal), junto a la frontera. Se observan vestigios de terraplén.